5/10/12

Hacia una Economía Social de la Cultura. #cursolibrebus


Fotografía original de Julie Falk


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Como apuntan Lilia Pagola y Mariana Fossatti en sus respectivos posts ("Licencias libres como alternativa al copyright" y "Modelos basados en licencias libres en el arte y la cultura") correspondientes a la segunda y tercera clase del curso "Arte y cultura en circulación", hay que contextualizar el nacimiento de las Licencias Libres para contenidos culturales en el marco de la expansión de Internet, una red libre, abierta y distribuida.

Dentro de este nuevo contexto, la circulación (distribución) de los productos culturales se hace más libre, intuitiva y descontrolada, por lo que la estricta cadena del copyright basada en el trinomio Creación - Distribución - Consumo (con sus agentes perfectamente definidos, especialmente aquellos que atañen a la distribución) empieza a desmembrarse. Los consumidores tradicionales devienen creadores de contenidos (a través de los blogs), imágenes y vídeos (gracias a las plataformas para el intercambio de material audiovisual digitalizado), etc. A la vez, los creadores se tornan ellos mismos en medios de difusión de su obra (a través de la participación en redes sociales, por ejemplo) y en consumidores de la obra de otros, que ahora pueden reinterpretar, remixar o derivar.

No nos encontramos, por lo tanto, frente a un nuevo sistema de distribución de las obras  que amenaza la unicidad y la calidad de los productos culturales (como los acérrimos defensores del copyright pretenden hacernos creer), sino ante una nueva forma de entender el propio proceso creativo, la autoría y la obra.

Pensemos en los agentes culturales (artistas, escritores, músicos, etc.) que han optado por prescindir del sistema de copyright, que los hay. ¿Por qué estos creadores renunciarían a participar de esta consolidada cadena y la garantía de un porcentaje de ingresos de garantiza? Mariana, en su post, apunta algunos beneficios que las licencias libres suponen para estos artistas: La distribución independiente y gratuita de su obra, una mayor difusión o el crecimiento y la proyección a partir de obras derivadas.

A éstos, podríamos añadir una serie de beneficios derivados, que poco tienen que ver con la premisa inversión - beneficio, que sirve de base al capitalismo: la reputación, por ejemplo de bloggers (escritores) que ven abaladas sus opiniones por el "boca-oreja" digital; la  facilidad de interacción con otras obras o artistas, para fomentar un trabajo colaborativo más enriquecedor; o, como apunta Pablo Ortellado, la participación en la creación de una Economía social de la cultura, más igualitaria, accesible y libre de cánones.

"Tal y como el copyright es un instrumento legal que crea una escasez artificial para generar ingresos para los titulares de los derechos, la superación de ésta práctica genera abundancia" (Pablo Ortellado).

2 comentarios:

  1. Buen post Anna! De algún modo, en la economía social de la cultura nada se pierde, todo se transforma, de tal manera que una aparente "pérdida" de control de los derechos de autor se transforma en ganancias de diversos tipos para el creador y para la sociedad toda.

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    1. Muchas gracias Mariana: Completamente de acuerdo con lo que dices, ya sabes que soy una super pro de la cultura abierta.
      Aprovecho para felicitaros también por el curso de Cultura en circulación, un éxito más para Ártica.
      Un abrazo transoceánico :)
      Anna

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